Testimonios

Quiero empezar saludando a todos y agradeciendo a la Fundación San Antonio por su apoyo incondicional hacia el hogar y a la Fundación Si a Dios porque con sus talleres me ayudaron espiritual y personalmente.

Recuerdo en el 2015 cuando mi hermana Lina, estaba en este mismo lugar cerrando esta etapa tan bonita de su vida y yo me preguntaba ¿cuándo será el día en el que esté haciendo lo mismo?… ¡Qué rápido se ha pasado el tiempo, ahora es mi turno…!

También quiero agradecer a las Hermanas por esta vocación tan bonita de ayudar a las jóvenes para que puedan alcanzar sus sueños, como yo lo estoy haciendo hoy. A la señora Olga y Paula por ayudarme a organizar mis ideas y así poder tener un futuro más seguro.

A la señora Patty y Aracely por estar siempre ahí… y por darme los consejos necesarios en el momento justo; a las señoras Sandra, Carmen, Marcela que siempre nos preparan las comidas con tanto amor; y a las niñas porque de cada una me llevo un recuerdo, una risa o un gesto… vendré seguido y espero que todas sigan aquí y que puedan cumplir sus sueños, siempre estarán en mis oraciones.

Cuando la hermana Betty me dijo que me daba la oportunidad de vivir en este hogar, me emocioné tanto que no pude dormir un día antes de venir, me imaginaba todo rosado, que no habrían reglas, que mi mamá ya no estaría diciéndome que hacer, pero cuando llegué todo era blanco como un castillo y ya no estaba mi mamá ahora solo tenía 60 compañeras, Aracely y Hermanas diciéndome que hacer, era raro pero a la vez divertido porque ¡quién se imagina que en su casa va a tener una cancha, su propio colegio…! aquí todo es tan perfecto…

No pensé en decir esto, pero sé que voy a extrañar sus gritos, sus risas y pequeños detalles que hacen que este hogar tenga su toque especial, siento que la hermana Mirna no esté en este día, pero bueno sé que no nos olvida y que seguimos siendo sus ‘princesas americanas’ No quiero decir adiós, porque un adiós significa irse e irse significa olvidar y eso es algo que no quiero hacer, porque toda esta experiencia merece ser recordada.

Daniela Garzón